La adivinanza, forma lírica de comunicación, del arte de saber y entretener, destaca como un juego mental y verbal que ha perdurado durante años uniendo a la poesía con el ingenio. Su forma tradicional se basa en versos de arte menor, cuartetas octosilábicas, de rima asonante o consonante cruzada, y el uso del símil, la metáfora, la metonimia, la alegoría, la dilogía, la analogía, y el desglose lingüístico. Como forma, no se apega a los cánones sino que se trata de un género libre, que crea sus propias reglas. Como el refrán, pertenecen al conjunto de rimas, o textos que no se cantaban, sino que se decían. Sus características son: la brevedad, la autonomía, la rima, las aliteraciones y los paralelismos. Su estructuración tiene dos vías: la sintáctica y la retórica: ambas están envueltas en el ropaje de la semántica y convierten a las adivinanzas en un juego del lenguaje, una lección o castigo, un enigma y un auténtico deleite de la tradición lírica.
Miaja de la Peña, M. (2012). La adivinanza (mexicana). Forma y función a partir de su estructura. Olivar, 13 (18), pp. 221-234.