En 1956, el director del teatro Español de Madrid, José
Tamayo, decidió poner en escena el drama de Arthur Miller, La brujas de
Salem (The Crucible), respaldado por la gran acogida de los
espectadores y la crítica hacia otros de los textos del escritor
norteamericano. La muerte de un viajante, dirigido también por
Tamayo en 1952, y por el creciente interés que las propuestas escénicas de
Miller despertaron durante la década de los cincuenta. Las circunstancias políticas del momento, la censura y los gustos del gran
público marcaron el estreno de Las brujas de Salem en los
escenarios madrileños. La apuesta artística de Tamayo resultó tan arriesgada
como la ideológica, sobre todo teniendo en cuenta las obras que destacaron
entre los éxitos comerciales de la temporada: comedias musicales y revistas.
Contra todo pronóstico, la obra de Miller se situó dentro de los espectáculos
más vistos y que mayor expectación provocaron entre los cronistas
especializados de la época. El análisis de las numerosas críticas aparecidas
tras el estreno explica la curiosidad suscitada por este montaje y las razones
de su éxito: las connotaciones ideológicas de la obra, la calidad de la
adaptación, la espectacularidad de la puesta en escena y el trabajo desempeñado
por el amplio elenco de actores, justificaron la buena acogida de los
espectadores y el mantenimiento de la obra en la cartelera hasta alcanzar las
noventa y nueve funciones.
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Gil, M. (2002). El estreno de Las brujas de Salem en el teatro español de Madrid (1956-1957). Revista de Literatura, 64 (127), pp. 151-166.