No casualmente el título coincide con un eslogan muy divulgado y que intenta conservar la memoria acerca de un hecho y de una víctima. ¿No lo son también aquellos escritores a los que una mezquina política de mercado condena poco menos que al olvido, luego de que durante décadas animaran el proceso literario nacional y obtuvieran reconocimientos de diverso carácter por su producción? No me cabe duda de que Bernardo Kordon (1915-2002) fue uno de esos animadores de la narrativa nacional, al que es indispensable volver para que se entiendan mejor algunos cambios sucedidos en ella a partir de los años 50, aunque su culminación date de la década del 60 y un poco más.
Romano, E. (2006). No se olviden de Bernardo (Kordon). Orbis Tertius, nro. 12, pp. 1-8.