La potencia tutelar burocrática asume la custodia de una masa amorfa. Frente a ella ha de afirmarse una sociedad civil a partir de núcleos de ciudadanos activos. El motor de esta ciudadanía es la formación de un núcleo básico de creencias -«lo sagrado»- que desempeña un papel comparable, en cuanto a capacidad de movilización, al de las viejas religiones. Lo sagrado «laico» o «filosófico» apunta a aquello que el hombre puede considerar perdurable y conferir sentido a su existencia.
González, S. (1993). Lo sagrado en las sociedades secularizadas. Isegoría, (8), pp. 132-150