Los planteamientos que hacen depender de la respectividad a la muerte la comprensión más amplia de lo real abocan el juicio sobre la existencia a la arbitrariedad y a la depreciación. Sin embargo, la orientación a la «vida buena», en el sentido ético en que la expresión se usa desde Aristóteles, tiene una de sus condiciones irrenunciables en la consideración de la muerte, una vez reintegrada -al menos en las dos figuras sobre las que en estas páginas desemboca la reflexión- al permanente sentirse cada uno desbordado y expuesto en el pólemos sin el que no se sostiene el equilibrio del mundo.
Blanco, D. (1993). Figuras de la muerte en la vida buena. Isegoría, (8), pp. 103-131