Poeta de la soledad en medio de la guerra, Hernando de Acuña pertenece a la primera generación de emuladores de esa «regla cierta» que caracterizó a la obra del clásico español Garcilaso de la Vega. En la locución de Acuña se destaca ese feliz maridaje de la llaneza del lenguaje popular y la sencillez del clasicismo depurado que es el sello de la literatura quinientista española. Lo más notable del estilo individual de Acuña es un fecundo juego entre la llaneza y el sentimiento de lo sublime; sobre su estilo el poeta reflexiona en sus poemas. Acuña concibe el conjunto de su obra poética como la historia de su alma. Por el contenido de ésta se revela la extraordinaria simpatía del poeta soldado, y por la estructura de su historia se descubre su insospechado talento de narrador. El orden que dio a sus poemas es instrumental para su veta narrativa.
Sebold, R. (2006). Hernando de Acuña: su poética y su «sabrosa historia del alma». Revista de Literatura, 68 (135), pp. 77-99.