En la obra literaria del escritor argentino Roberto Arlt, la imaginación no conduce a los personajes a la liberación, sino a la derrota definitiva. Su teatro está lleno de criaturas miserables que tratan de sobreponerse inútilmente a los continuos encontronazos con la vida cotidiana. Sus obras contemplan numerosos desdoblamientos imaginativos que permiten al autor introducir diferentes niveles en la ficción y plantear el teatro dentro del teatro. En La isla desierta, una de sus piezas más breves y representadas, los personajes de una triste oficina portuaria experimentan un cambio radical en sus vidas cuando dejan de trabajar en un sótano y son trasladados a la décima planta de un inmueble. Allí, a través de un inmenso ventanal, son reclamados por un sinfín de tentaciones que se encuentran más allá del mundo gris de la oficina. Los empleados descubren los beneficios de la luz natural, la llegada de los buques, el bullicio de la calle, los reclamos de la libertad, elementos que acaban desestabilizando la rutina administrativa. No obstante, es el relato de uno de los personajes, el mulato Cipriano, cuya memoria es esencialmente literaria, el que arrastra al resto de los oficinistas a la ensoñación y a la consiguiente derrota.
Camacho, J. (2001). Realidad, sueño y utopía en La isla desierta. Un acercamiento al mundo teatral de Roberto Arlt. Anuario de Estudios Americanos, 58 (2), pp. 679-690.