La vida sólo tiene sentido desde la perspectiva de la muerte. Porque vamos a morir debemos justificar nuestra vida. No es que hayamos de justificarla como si se tratara únicamente de buscarle razones más o menos ingeniosas para convencernos que es lícito y hasta hermoso vivir, y que el hecho de la muerte no es más que un acabamiento natural y normal; debemos hacerlo en una dimensión más precisa. Debemos preguntarnos si habiendo de \"morir, vivimos en la plenitud. Esto nos lleva a justificar ya no el hecho de estar viviendo, sino de estar viviendo así, es decir el hecho de la rectitud de la vida.
* Párrafo del texto extraído como resumen
Zevallos, O. (1963-1965). La actitud itinerante. Boletín del Instituto Riva Agüero, Nro. 6, pp. 90-114.