Desde la antigüedad se reconoce la tensión y hasta oposición existente a veces entre las ciencias y las humanidades, o más generalmente entre la búsqueda del saber y el ideal de la vida buena. En terminología más técnica aunque pedante podría hablarse de antinomia entre el orden epistemológico y el orden estético. O de conflicto entre razón y entendimiento por un lado y sensibilidad y sentimiento por otro. También de la dificultad de reconciliar la objetividad con la subjetividad. En fin, hay muchas maneras de describir o nombrar las distintas facetas de una oposición que en el fondo es única e iniciática, y por tanto sin duda antiquísima, pero que en virtud de los rápidos progresos científico-técnicos de tiempos recientes frente al relativo estancamiento de la sensibilidad, la moral y el derecho ha originado graves problemas contemporáneos como los suscitados, por ejemplo, por ciertas aplicaciones de la física nuclear y de la ingeniería genética.
Delacre, G. (1986). El dilema deontológico de la ciencia. Revista de filosofía y teoría política, nro. 26-27, pp. 234-238.