Las catástrofes de la naturaleza y las de contenido político son similares en la medida en que pueden ser previsibles, también es el hecho de que las consecuencias de las primeras son directamente proporcionales a la miseria de la zona en que ocurran. Es cierto que las ayudas de emergencia y los planes de reconstrucción surgidos a raíz de una catástrofe pueden paliar los \"sufrimientos\" de los menos afectados. Algunos ejemplos recientes, como el terremoto en Tierradentro en 1994 que arrasó 12 resguardos y 9 cabildos indígenas Nasa Yuwe (Paeces), demuestran las diferentes percepciones que se tienen del problema, sea visto desde la óptica blanca-mestiza o desde la percepción indígena. La primera no sólo es estatal sino también de la Iglesia católica. Otros casos de catástrofes naturales en zonas indígenas serían: a) la avalancha de marzo del 87 en Chosica Perú, la cual podría ser prevenida si la arquitectura indígena y los recursos naturales fueran conservados. b) Dos días antes la Amazonía ecuatoriana sufrió dos sismos que afectaron a la comunidad Quichua fueron más catastróficas las políticas de reconstrucción que los
sismos. c) Entre marzo y abril de 1982 en Chiapas hizo erupción el volcán Chichón con lo que los indígenas perdieron hasta su miseria. La cultura indígena además de tener constancia mítica de la causalidad de las calamidades, tiene tecnología para hacerles frente, por lo que se evidencia lo nocivo de las prácticas de la ciencia occidental a dichas comunidades.
Pérez, A. (1998). Los Dioses contra el azar versus el azar de los Dioses: Las catástrofes \'naturales\' y los pueblos indígenas. América Latina Hoy, 19 (2), pp. 101-109.