En los textos críticos de Borges sobre los clásicos, lo mismo que en sus textos sobre las vanguardias o las literaturas más desprovistas de prestigio, se descubre una zona de su crítica cuyo último objeto son las creencias y las valoraciones literarias. En esta zona de su crítica, Borges se abstiene de intervenir estratégicamente en el juego de la literatura, y esa renuncia aparece como condición para interrogar, con suficiente extrañeza, las reglas del juego. La especificidad de esta zona de su crítica puede observarse comparando sus dos ensayos "Sobre los clásicos". En el primero, de 1941, Borges sitúa el culto de los clásicos en el marco de los cultos nacionalistas, y el ensayo puede ser leído como una intervención política y literaria. En el segundo, de 1965, el culto de los clásicos queda ubicado en el contexto de las devociones religiosas, confirmando una constante de esta zona de su crítica: la representación de las prácticas literarias como prácticas de carácter religioso.
Pastormerlo, S. (1997). Sobre la lectura del adorable catálogo. Borges crítico de los clásicos. Orbis Tertius, nro. 5, pp. 1-4.