Hace más de dos mil años, en Roma, Cicerón imaginó que un poema podía lograrse barajando al azar los signos del alfabeto; en el siglo XIX, Thomas Henry Huxley defendió la posibilidad de recrear íntegramente la biblioteca del Museo británico gracias al tecleo disparatado de seis monos inmortales equipados con máquinas de escribir. La raíz común de tales fábulas se repliega también en todos los mitos de la Creación y no pierde su vigencia: el orden aparece provocado por el caos, el desbarajuste tiende a engendrar un cosmos, cualquier suceso entendido luego como necesario, armónico y contingente puede nacer del más insospechado albur.
Silva Santisteban, C. (1999). Borges bibliotecario (fragmento). Biblios, nro. 1, pp. 1-2.