La lingüística funcional, sin necesidad de subdividirse, permite estudiar cualquier hecho lingüístico siempre y cuando se apliquen con todo rigor sus principios teóricos básicos, se explicite el punto de vista de la observación y se describan las articulaciones con otras ciencias humanas. Actualmente persevera en su labor descriptiva de las lenguas; se empeña en elaborar gramáticas que puedan ser utilizadas en la educación formal y persevera en la búsqueda de soluciones satisfactorias frente a algunos problemas sintácticos no resueltos desde el enfoque funcionalista.
Clairis, C. (1996). El funcionalismo lingüístico. Onomázein, nro. 1, pp. 71-80.