La opresión de saberse perdido en medio de una ciudad hasta cierto punto desconocida creo que es motivo suficiente para escogerla como lugar de trabajo. De manera cíclica, siento unos intensos ataques de pánico y angustia inmotivados. He llegado a la conclusión de que son estados necesarios para poder escribir. Largas noches de insomnio imaginando las situaciones más funestas, horas de vigilia y de sueño entrecortado mientras la vida continúa alrededor. Verme obligado a buscar la mesa de escritura como único refugio capaz de hacer que la angustia disminuya. Caminar por calles anónimas atiborradas de personas, tomar el transporte subterráneo sin saber si van a funcionar los mecanismos que harán posible mi salida a la superficie. Saber que en el mismo instante de la angustia se desarrollan cientos de actividades a mi alrededor es importante. Resulta difícil poder considerar la ciudad de México como mi ciudad.
Bellatin, M. (2006). Giradores en torno a mi tumba. Orbis Tertius, nro. 12, pp. 1-2.