Recomendaba Ortega mirar la propia época desde lejos. ¿Desde qué distancia? Pues la precisa para ver algo más que los árboles del bosque, para entender "la época de usted" como algo que se puede interpretar en su completitud, para captar que la nariz -o la trompa, como en el caso de aquel que palpaba al elefante sin verlo entero- no equivale al completo organismo que queremos conocer. Lo importante de estas afirmaciones era, en lo que nos ocupa aquí, y por uno de sus costados, esta mirada franca y por derecho a lo histórico con "altura de miras", a lo que verdaderamente importa de lo que vivimos, con el suficiente distanciamiento crítico al que después se han referido algunos otros tratadistas -no viene mal al caso referirse a la posición de Norbert Elias.
Arostegui, J. (2001). Ver bien la propia época (Nuevas reflexiones sobre el presente como historia). Sociohistórica. Cuadernos del CISH, (9-10), pp. 1-31.