Frente a la idea dominante de la traducción como labor ascética, el presente artículo ilustra la traducción como práctica colectiva en el siglo XVIII. Un lugar destacado en tal consideración lo ocupan diversas tertulias —históricas y ficticias—, así como dos proyectos de fundación de una Academia de Traductores (Iriarte, José Vargas Ponce). Se trata de formas de sociabilidad que, a través de su práctica, crítica y reflexión de la traducción, discuten complejos asuntos de una definición (inter)cultural de la propia narración, y, como parte de una república de las letras en ciernes, buscan influir en ella. Las traducciones allí realizadas o discutidas responden a un cambio de orientación cultural relacionado con el problema de la traducción y para nada indiscutido: Feijoo (y sus préstamos del francés) con miras a la Ilustración europea y su recepción crítica en España: Gracián (y su traducción al italiano) en atención a un ajuste poético encaminado a un Neoclasicismo italianizante. Esto vale asimismo para la Escuela de Traductores de Alfonso El Sabio, resucitada como modelo de una academia de carácter estatal. La tertulia como forma de asociación espontánea impregnada de hospitalidad y avenencia comunicativa se muestra entonces, y no en último lugar, como un modelo de encuentro intercultural bajo el signo de la Ilustración.
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Gelz, A. (2001). Traducir como práctica cultural. Tertulias, academias y traducción en la España del siglo XVIII. Revista de Literatura, 63 (125), pp. 89-114.