Se estudia cómo se organizaron las corridas de toros en Nueva España durante el siglo XVIII y los primeros años del XIX, después de que quedó establecido en el virreinato, al igual que en la Península Ibérica, el moderno toreo a pie. Se constata que la forma fundamental de la fiesta brava fue la de temporadas de una o dos semanas de duración, con cuatro días de corrida en cada una, a mañana y tarde. Las autoridades remataban la administración de la plaza, poniendo todo a punto para obtener el mayor éxito. Con los beneficios económicos se costeaban obras públicas, y finalmente los toros llegaron a ser ramo de Real Hacienda. Por lo demás, durante todo ese tiempo siguieron dándose festejos taurinos con motivo de fiestas reales: coronaciones, bodas y nacimientos reales y recibimiento de virreyes, así como en algunas celebraciones de tipo religioso. También hubo lidias informales en rastros, palenques y teatros.
Flores, B. (2004). Organización de corridas de toros en la Nueva España del siglo XVIII y primeros años del XIX. Anuario de Estudios Americanos, 61 (2), pp. 491-515.