La canonización del fundador de una orden religiosa constituye un hito en la afirmación de la autoridad de dicha orden. En lo que respecta a la Compañía de Jesús, se trató además de una canonización doble. Este hecho, muy poco común, demuestra el poder que la Compañía de Jesús poseía en la Curia Papal en la época y explica su claro propósito de celebrar la idea de glorificación. En lo tocante a la escenografía se trataba, por encima de cualquier otra cosa, de enaltecer el Triunfo de la Compañía a través del recurso a figuras alegóricas que representaban la Religión, la Fama, el Honor o la Pompa. Además, la iconografía de estas fiestas encuadró a sus dos primeros santos en la historia de la Compañía y con ello elogiaba a toda la orden. Así, la escenografía jesuita portuguesa rindió homenaje a los dos beatos, a los primeros compañeros y también a miembros de la Compañía muertos por su fe por todo el mundo y además se ponía de relieve sus principales devociones, características (su carácter universal) y actividades tales como su actividad misionera y su actividad de enseñanza. En la época moderna solía suceder que la canonización de una determinada figura estaba íntimamente relacionada con el poder político. Por tal razón, las fiestas portuguesas exaltaron con gran vigor sentimientos de nacionalismo en plena época de unión ibérica. Para transmitir estos objetivos, los organizadores no dudaron en recurrir a todos los instrumentos festivos propios de la época barroca (poesía, teatro, danza, música y artes visuales). Es decir, se llevó a cabo una serie de festejos muy lujosos y grandiosos que incluían espectáculos de luces, sonido, color y olor (cabe mencionar la colocación en el interior de las iglesias de recipientes con perfumes).
Osswald, C. (2013). Aspectos de autoridad y poder en las ceremonias de canonización de Ignacio de Loyola y Francisco Javier en Portugal. Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, 1 (1), pp. 43-55.