Probablemente, luego de los años de esfuerzos realizados en reforma de la justicia, aceptar como desenlace la imposibilidad de transformar radicalmente el sistema sería también renunciar a contar con un Estado de todos y para todos, que en consecuencia administre justicia en nombre de todos sobre todos aquellos casos que justifiquen la presencia del interés público en su resolución. Renunciar a la posibilidad de construir ese Estado acaso implique resignarse a que nuestras sociedades no pueden ser organizadas de modo tal que podamos convivir en ellas bajo el imperio de leyes y autoridades que podamos reconocer como propias.
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Pásara, L. (2003). Siete observaciones sobre el futuro de la reforma del sistema de justicia. Universidad de Friburg - Derecho Penal, pp. (1-5)