La vida universitaria integra un funcionamiento un tanto paradójico. Por una parte acentúa la fragmentación de las prácticas (docencia, investigación individual y gestión, teóricos y prácticos, asignatura, áreas, disciplinas) y por la otra, depende de la articulación de niveles (años de cursado, correlatividades de contenidos, grado y posgrado). Esta tensión entre fragmentación y articulación suele no resolverse adecuadamente y tiene como efecto principal la necesidad de bruscas adaptaciones de los actores institucionales (principalmente estudiantes, docentes, investigadores) ante las nuevas situaciones planteadas. Para reflexionar sobre el posgrado deberíamos partir de este marco, ya que en los últimos años el crecimiento exponencial de los posgrados en comunicación y cultura nos advierte que los riesgos mencionados no fueron salvados.
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Mangone, C. (2012). Apremios sobre los posgrados. Tram[p]as de la Comunicación y la Cultura, (73), pp. 1-3