Develada en 1955, la ceguera impidió que Jorge Luis Borges persistiese en el placer del cinematógrafo. Como es sabido, el escritor desarrolló la crítica de cine en Sur y fue tenaz en su deseo de convertirse en guionista, aspiración concretada tardíamente con la realización de Invasión (1969) y Los otros (1974), de Hugo Santiago. Por otro lado, en el terreno familiar de la escritura de relatos, los primeros filmes de Josef Von Sternberg le despertaron imágenes que germinarían en múltiples narraciones, en especial las de Historia Universal de la Infamia. ¿Por qué el interés en el cine? Cabe suponer que el dispositivo cinematográfico habilitó en Borges presunciones y certezas sobre el arte de narrar. Es que, como dice Edgardo Cozarinsky, si el escritor intentaba producir a través de la puesta en escena de lo verbal, una forma estética perdurable, una trama de apariencias e imágenes que suscitasen placer intelectual, el cine prometía tras su inocente superficie nuevas indagaciones y respuestas sobre la relación entre imágenes y narración.
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Tabarrozzi, M. (2007). Senderos. Tram[p]as de la Comunicación y la Cultura, (58), pp. 13-18