En la Argentina, la mayor parte de los críticos literarios o culturales trabajamos como profesores de futuros profesores que enseñarán literatura y lengua, en las escuelas, a personas de entre aproximadamente 12 y 18 años de edad: escribimos crítica (e investigamos y estamos asalariados por eso) porque enseñamos literatura en las universidades; y allí, casi todos nuestros alumnos se preparan para trabajar como docentes de lengua, literatura o “comunicación” en la escuela secundaria. Podemos tratar de expandir nuestro trabajo hacia otros territorios, y a menudo lo hacemos; podemos probar otras formas de intervención crítica o inventarlas, pero no porque carezcamos de alguna: improbablemente entusiasmados o apasionados, conflictuados, fastidiados o, en el peor de los casos, indiferentes, el modo principal en que de hecho intervenimos es ese –el de mayor alcance‐, y nuestro principal interlocutor, apenas indirecto, es el sujeto secundario, y está allí de a miles, de a millones.
Dalmaroni, M. (2011). La crítica universitaria y el sujeto secundario. Panfleto sobre un modo de intervención subalterno. El toldo de Astier, 2 (2), pp. 1-11