El Consulado de la Ciudad de México fue una de las corporaciones más poderosas de Nueva España desde su fundación en 1594, cuando un grupo de mercaderes logró la concesión real del monopolio de la agremiación, la representación y el arbitraje mercantil, hasta su disolución, acaecida en 1827, dos años después de que hubieran cesado sus funciones con respecto a la federación como consecuencia del embate del federalismo, el anticorporativismo y el sentimiento antihispano. La supremacía del consulado se fundó, por una parte, en el poder de sus miembros, quienes controlaron la economía virreinal mediante la distribución de los ultramarinos y el financiamiento de la producción y comercialización de la plata y los bienes locales de mayor demanda; y, por otra, en los privilegios que les había concedido el monarca, los cuales se ampliaron a los ámbitos fiscal, financiero y de defensa de la capital del virreinato.
Del Valle Pavón, G. (2002). El consulado de mercaderes de la ciudad de México, 1594-1827, historiografía y fuentes sobre su historia. América Latina en la Historia Económica, 9 (17/18), pp. 11-21.