Los agustinos llegaron a Nueva España en 1533. A lo largo de su historia novohispana mostraron un interés especial por los bienes terrenales, que adquirieron para ellos una relevancia singular y una atención específica e intencionada, ya que consideraban que sus propiedades representaban un medio indispensable para sostener sus templos, sus conventos y sus colegios. Consecuentemente los religiosos se hicieron de trapiches, ingenios de azúcar, molinos, hatos, propiedades urbanas, así como de haciendas y ranchos.
González, E. (2001). Fuentes para el estudio del arrendamiento de las tierras agustinas en el obispado de Michoacán durante la época novohispana. América Latina en la Historia Económica, 8 (16), pp. 75-84