Reflexiones iniciales: Algunos objetos de la investigación histórica parecen ser campos propicios para el diálogo entre distintas voces y la convergencia de diversas miradas teóricas y/o metodológicas, pues las complejidades de su aprehensión vuelven imperativa la apertura hacia múltiples perspectivas que se entrecruzan y complementan para develar, comprender y otorgar sentido a incógnitas que se resisten a ser esclarecidas a partir de un solo campo disciplinario. De esta manera, las cuestiones que tienen que ver con la historia de las mujeres y las relaciones de género; las regiones, sus espacios y fronteras materiales o simbólicas; la educación, sus instituciones y actores, se encuentran situadas, a no dudarlo, en ese espacio polisémico, resistente a las interpretaciones monocordes, a las respuestas únicas y universales. Tanto más si estos relatos se enriquecen con las narrativas icónicas que, a su manera, se constituyen en procesos de significación susceptibles de ser aprehendidos a través de una “aventura semiológica” que no ofrece nunca un puerto seguro de llegada para quien la emprende pero que, como el mítico canto de las sirenas, suele seducir a los viajeros.
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Arteaga, B. (2003). El trabajo interdisciplinario en la investigación histórica de la educación. Imágenes y sentidos: la fotografía histórica, una aproximación a la semiótica de la imagen. Clío & Asociados, (7), pp. 97-109.