“El tópico naturalista ha tenido un lugar central en nuestro imaginario cultural. En él, la imagen de nuestro entorno natural no ha sido vista como el resultado de una manipulación de nuestra subjetividad cultural, sino a la inversa, como un fundamento originario, anterior a nuestra voluntad de poder. La función pragmática que habría tenido este tópico cultural, vale decir, las características de su uso comunicativo para forjar los distintos tipos socializados de discursos en la cultura peruana, habría sido la de naturalizar los procesos de identidad (entre los grupos y castas que componen la sociedad peruana) y las diferenciaciones jerárquicas (de subordinación o exclusión del otro) tornándolas en evidencias inapelables o inobjetables para el discurso o la acción subjetiva. La aparición reiterada de este tópico discursivo desde la segunda mitad del siglo XVI, estuvo inicialmente vinculada a una resistencia encarnizada de las identidades y jerarquías tradicionales (andinas e hispánicas) heredadas desde (y antes de) la conquista, frente a las tendencias disolventes propugnadas por la nueva administración colonial, particularmente expresadas en la promulgación de las «Nuevas Leyes» que prácticamente ponía fin (hasta por «dos vidas») al régimen de las «Encomiendas» establecido con la conquista, castrando así la consolidación en el poder colonial, de una aristocracia local de origen hispánico, al igual que el inicio del proceso de «Extirpación de idolatrías» que finalmente erosionará el contexto sacralizado que consagraba el control de la población indígena por la aristocracia nativa”.
Ballón, J. C. (2000). José de Acosta: naturalismo, historia y lenguaje en los orígenes del discurso filosófico peruano. Logos Latinoamericano, 5, pp. 1-24.