Con un atraso de varias décadas respecto al primer ferrocarril que se inauguró en América Latina, en 1873 inició sus operaciones la primera línea férrea que se concluyó en México y que conectaba la capital de la república con el puerto de Veracruz. Habrían de pasar más de diez años para que una segunda línea completara su ruta entre la capital y la frontera estadunidense en Ciudad Juárez. De hecho, la construcción de esta línea propiedad del Ferrocarril Central Mexicano a principios de los años de 1880, marcó el inicio de la era ferroviaria en México. A pesar de un rezago pronunciado y un comienzo titubeante, el proyecto de expansión ferroviaria proseguiría a partir de entonces en forma prácticamente ininterrumpida durante las siguientes tres décadas, llevando a la conformación de un sistema de 20 000 kilómetros de extensión, que llegó a tocar la mayor parte de los estados del país y a transportar una carga de 14 000 000 de toneladas en un año.
Kuntz Ficker, S. (2000). Fuentes para el estudio de los ferrocarriles durante el porfiriato. América Latina en la Historia Económica, 7 (13/14), pp. 137-148.