Fiesta ha venido a ser para muchos algo intrascendente, más o menos superfluo, en fin un lujo que es razonable permitirse, siempre que no se tenga otras ocupaciones o diversiones más urgentes. Muy distinto fue el papel y el significado de los regocijos públicos en la época del Barroco. Entonces la comunidad política estaba constituida por un conjunto de cuerpos y corporaciones. No se reducía a una mera suma de individuos, al modo de la sociedad política en los siglos XIX y XX. En este contexto la fiesta constituía un elemento fundamental en la vida pública y privada, llamado a darle sentido. En ella, la comunidad se reencontraba a sí misma y reafirmaba su propia identidad. Por esa razón la fiesta se hallaba, naturalmente, por encima de lo cotidiano, de los intereses, de las actividades o gustos personales.
* Párrafo del texto extraído como resumen
Bravo, B. (1999). Una E Pluribus fiesta real y conciencia patria en las monarquías del barroco, del Danubio a Filipinas. Boletín del Instituto Riva Agüero, Nro. 26, pp. 57-83.