La crisis de Occidente, que comienza en 1914 y se extiende hasta el momento actual con las características que todos conocemos: universalización de la guerra, aparición de un nuevo despotismo y síntomas de decadencia en los diversos pueblos, no pudo ser prevista por las escuelas filosóficas en boga en los siglos XVIII y XIX, porque todas ellas estaban inspiradas -- en una u otra forma -- en la religión del progreso, o sea, la creencia mística en la perfectibilidad indefinida del hombre.
* Párrafo del texto extraído como resumen
Belaúnde, V. (1953-1955). Profetas y sociólogos de la crisis de occidente. Boletín del Instituto Riva Agüero, Nro. 2, pp. 9-46.