En un martes de febrero por la tarde o en cualquier otro día de la semana, en un año del reinado del emperador Trajano o Antonino Pío -lamentablemente no lo sabemos con precisión-, un hombre joven de Corinto, Lucio, transformado desde algunos meses en un repugnante asno, encontraba el oscuro objeto de su deseo en una respetable matrona de Corinto, que lo escogiera como su amante y en cuyos brazos disfrutara durante muchas noches el máximo deleite. En esos juegos amorosos nocturnos Lucio fue espiado primero por su guardián y luego, también, por su dueño de aquel entonces, un tal Tiaso, que ocupaba uno de los más altos cargos de Corinto y, con ello, de toda la Provincia de Acaya -a saber, el cargo de duumvir quinquennalis- y esto llevó a Tiaso a la idea de presentar también ante un público más amplio al amante fogoso en la forma de asno: desde luego, no con la matrona, sobre la cual los dos mirones debían mantener una absoluta discreción como la más alta cuestión de honor, sino con alguna otra mujer, que estuviera dispuesta a tener relaciones con el asno.
Hofmann, H. (2000). Lucio o la conversión de un asno: Sobre el mundo de la experiencia religiosa en la novela de Apuleyo. Auster, nro. 5, pp. 63-85.