Así como un término puede contener diferentes conceptos, así también el mismo concepto puede ser representado mediante diferentes términos. El intérprete tiene que aprender tanto a distinguir conceptos como a reunir términos. Los conceptos se obtienen por definición, los términos, por el contrario, por denominación. Es evidente pues que idénticos definientia pueden ser expresados de manera diferente, y que la misma expresión puede ser usada para diferentes definientia. La historia de la filosofía ofrece un arsenal de ejemplos, y su historia contiene un catálogo de casos en los que la desatención de esta distinción ha dado ocasión a importantes interpretaciones erróneas.
Schepers, H. (1999). Posibilidad y contingencia: Historia de la terminología filosófica anterior a Leibniz. Revista de filosofía y teoría política, nro. 33, pp. 43-63.