Se espera un elevado crecimiento de la producción en los países desarrollados, caracterizado por un alto consumo de energía cuya tendencia es también creciente. En este escenario, una política energética nacional (que reduzca la vulnerabilidad de nuestra economía, permita un ahorro en el consumo de energía, y fomente la producción y diversificación tecnológica) debe considerar la seguridad energética como prioridad para garantizar un desarrollo sostenible en el futuro y para alcanzar el desafío de la autosuficiencia energética; la conservación del medio ambiente, a través de la promoción y desarrollo de proyectos de energías renovables; invertir en eficiencia energética; y por último, la modernización y fortalecimiento de Petroperú. Estas políticas implican un cambio de enfoque desde el corto al mediano y largo plazo en el manejo de nuestros recursos.
Narváez Liceras, A. (2006). Crisis del petróleo y política energética. Gestión en el Tercer Milenio, 9 (18), pp. 13-16.