Se ha comprobado que, por lo general, la enseñanza tradicional apunta esencialmente a la adquisición de conocimientos a través de la memorización y a una eventual aplicación de dichos conocimientos a la solución de un problema. Este enfoque clásico favorece la actitud pasiva del alumno, quien actúa más bien como un espectador que como un actor dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje. Además, el hecho de estudiar los contenidos de los programas en forma disociada puede llevar a una falta de integración entre teoría y práctica, con el resultado de que muchos graduados tengan dificultades para aplicar sus conocimientos a la resolución de problemas propios de su actividad profesional. En el caso específico de la enseñanza de la traducción, este proceso se dificulta aún más, puesto que no existe un objeto preciso de estudio, sino que se trata principalmente de traspasar al alumno una disciplina de trabajo, una forma de enfrentar las diferentes tareas involucradas en el proceso de la traducción mediante el uso adecuado de los recursos a su alcance.
Lazo, R. & Zachary, M. (2001). El método "aprendizaje por problemas" (Problem-based Learning) aplicado a la enseñanza de la traducción. Onomázein, nro. 6, pp. 297-307.