Emilio Lamo de Espinosa, en su libro La sociedad reflexiva, enfatiza en aquella no autocomplacencia que ha caracterizado a la historia de la sociología. Para el autor esta no complacencia es una necesidad y una virtud, pues siendo hija de la modernidad, con todas sus contradicciones, desgarramientos y ambigüedades, la sociología siempre compulsó aquella inseguridad vitalista que caracteriza en sí a la modernidad. De no hacerlo, la sociología se hubiese diluido entre dogmatismos e inútiles seguridades, a su vez, incompatibles con la propia complejidad de lo social y con la permanente necesidad de la duda y de la crítica que alimentan el propio y resbaladizo devenir del pensamiento moderno.
Molinari, T. (2004). Crisis, debates y retos en la construcción de las teorías sociológicas. Algunas consideraciones sobre la crisis del positivismo y de los «Consensos Ortodoxos». Investigaciones Sociales, 8 (13), pp. 1-8.