¿Somos capaces de pensar nuestro tiempo? ¿Cómo describir una época? ¿Qué rasgos sociales, políticos, económicos, culturales delimitan algo así como una época con ciertos bordes definidos, lógica propia o líneas de acción distinguibles? ¿Podemos captar un proceso en sus tendencias principales antes de que termine de cristalizar como tal, pero cuando ya ha dejado de ser pura coyuntura? ¿Y cuándo, aquello que pertenece a la coyuntura, a la convulsión de lo inmediato, lo efímero del dato o la ebullición del acontecimiento, se vuelve del orden del rasgo estructural? Pensar «la época» es, ante todo, una exigencia: es pensar la contemporaneidad en la medida en que se hace, junto a las condiciones que habilitan una reflexión sobre ella.
Aliano, N. (2009). Transiciones ambivalentes: Reseña de: Maristella Svampa [2008], Cambio de época. Poder político y movimientos sociales. Sociohistórica. Cuadernos del CISH, (26), pp. 1-9.