Frente al derrumbe de la bolsa de Wall Street en octubre de 1929 y la consiguiente gran y larga depresión que sobrevino, el comportamiento de los economistas clásicos, o sea casi todos, fue hacerse a un lado. Para ellos, la depresión debía seguir libremente su curso, única forma en que llegaría a curarse de modo espontáneo. La causa de la crisis era "la acumulación de venenos en el sistema. A su vez las penalidades resultantes eliminarían la ponzoña y devolverían la salud, a la economía".
Panettieri, J. (1996). Paro forzoso y colocación obrera en Argentina en el marco de la crisis mundial (1929-1934). Sociohistórica. Cuadernos del CISH, 1 (1), pp. 1-22.