No conozco una sola persona que haya escrito diarios íntimos con la constancia que inicié en la infancia. Para ser precisa, desde mis cortos ocho años, donde entendía poco o nada de la vida, y ya observaba la rutina de los días como algo que debía dejar escrito. Esta tesis nace de esa suerte de actividad casi compulsiva que en la vida de muchos es escribir. Hacerlo para uno mismo en secreto absoluto, o abrirnos al mundo. Escribir en diarios, blogs o Facebook. O en papeles que nunca han visto la luz, y no la verán. Simplemente, escribir. Mi trabajo rescata la historia del diario íntimo, desde sus inicios en el seno religioso o sistemas epistolares, pasando por momentos claves donde la sociedad entera dedicaba largas horas a escribir en el ansiado aislamiento o estado de soledad (el cual considero determinante para la gestación de prácticas autobiográficas de todo tipo), para llegar a dar paso al ocaso de esta actividad y, pasar a nuevas formas de expresión en virtud del advenimiento de nuevas tecnologías.