No
faltaron imprentas en Lima, desde 1584 en que don Antonio Ricardo hizo salir el
primer libro de prensas limeñas y sudamericanas. Lo que faltaba era gusto por
las letras, costumbre de leer, deseo de ilustración. La Gaceta de Madrid,
reimpresa en Lima desde el año 1715 y cuya salida dependía de la llegada de los
galeones, no despertaba la curiosidad de los limeños. Menos eficacia conseguía
la laboriosa y paciente publicación, a que se entregaba con toda su bondadosa
abnegación de sabio, el ilustradísimo don Cosme Bueno, con sus anuales guías
astronómicas y geográficas que titulaba El Conocimiento de los Tiempos. Don
Jaime Bausate y Mesa, se propuso remediar esta indiferencia publicando el 1º de
octubre de 1790 El Diario de Lima, el de los cuatro adjetivos: "curioso,
erudito, económico y comercial". El editor ofrecía a los suscriptores
comodidades increíbles por el precio de quince reales al mes. Un criado les
llevaría el periódico a las nueve de la mañana. En seis lugares de la ciudad
-la Plaza Mayor, la Inquisición, San Juan de Dios, Santa Ana, Nazarenas y la
Esquina de las Campanas-se instalarían "caxas" o buzones para que los
vecinos depositasen papeletas con las noticias que quisieran dar a conocer. El
editor se comprometía a tratar en beneficio de "la pro-común" la más
grande diversidad de materias extrayéndolas de los mejores papeles. Tan
seductoras promesas hallaron un eco favorable. La lista de suscriptores la encabezan
el virrey y el arzobispo, honraría los más preclaros nombres por el talento y
por la sangre y la cierra graciosa y evocadoramente un nombre femenino, el
único de la lista, Micaela Villegas. ¡La coqueta Perricholi también quería
ilustrarse!
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Porras, R. (1970). El periodismo en el Perú. Lima: Instituto Raúl Porras Barrenechea
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