El trabajo sexual se articula como un medio de supervivencia paramuchas mujeres, la mayoría procedentes de los
dos tercios del mundo
-utilizando un término de Mohanty-, pese a su desarrollo en condicionesrealmente denigrantes. Igualmente sabemos que no se trata de un trabajocualquiera, sino que se trata una actividad estigmatizada debido a laconfiguración hegemónica y normativa de la sexualidad femenina, esto es, del
deber ser
de las mujeres como mujeres. Entre otras cosas, tal injuria preparaal sujeto en cuestión para la deshumanización,
ergo
para la violencia degénero. En adelante, abordaremos la forma en que la construcciónestigmatizante de las trabaja
doras del sexo como “víctimas”,
“mujerescaídas”, o “
delincuentes
”,
supone un obstáculo tanto en la lucha contra laviolencia sexista como para que puedan gozar de una vida que merezca lapena ser vivida