Frente a Descartes, que quiso convertir al sujeto pensante en el centro y fortalecer su poder, Pascal se confrontó con la contingencia, el azar y la opacidad de la existencia humana. Trató de «descentrar» al sujeto y ahondar en sus disonancias más profundas. Distinguió tres órdenes de realidad inconmensurables: los cuerpos, los espíritus y la caridad. En el plano moral, el «ordo amoris» representa el punto de vista absoluto al que se ordenan todos los puntos relativos. Sólo liberándose de los deseos de dominación, el ser humano accede a la verdadera justicia y bondad.
Villar, A. (2010). El yo inasible de Pascal frente a la fortaleza del sujeto cartesiano. Isegoría, (42), pp. 265-278