La sostenibilidad, por sí misma, no es un criterio útil para evaluar la adecuación y moralidad de un acto, dado que se trata de un concepto abierto, necesitado de conexión con diversos elementos heterogéneos. Por su parte, el concepto de desarrollo sostenible carece de concreción, pues se define en términos de necesidades futuras de muy difícil predicción. Como guía de nuestras acciones será más útil el concepto de desarrollo humano sostenible, formulado en términos de capacidades, fundamentado filosóficamente en un enfoque aristotélico. Dicho enfoque nos permite definir una teoría política del bien común, centrada en la persona, con toda su integridad y complejidad.
Valera, L. & Marcos, A. (2014). Desarrollo humano sostenible: una visión aristotélica. Isegoría, (51), pp. 671-690