Los críticos con el liberalismo igualitarista suelen sostener que la virtud cívica es un elemento indispensable para la realización y mantenimiento de bienes sociales como la justicia social o distributiva. Acostumbran a argumentar también que el liberalismo igualitarista desatiende la importancia de la virtud cívica y que, por tanto, los fines liberal igualitaristas o bien resultan inalcanzables, o bien no pueden ser mantenidos. En este trabajo se parte de la premisa de que, efectivamente, la virtud cívica es un instrumento indispensable para la realización y mantenimiento de bienes sociales como la justicia distributiva. Pero se argumenta que el liberalismo igualitarista no tiene ningún problema en reconocer este hecho de modo que las críticas hacia el mismo en este sentido andan desencaminadas. El Estado liberal igualitarista debe promover todas aquellas virtudes cívicas que sean necesarias para alcanzar y/o estabilizar la justicia de la sociedad con el único límite que fija el respeto a la prioridad de lo correcto sobre lo bueno. A lo largo del trabajo se exponen los conceptos rawlsianos de pluralismo razonable, consenso entrecruzado entre doctrinas comprehensivas razonables y de neutralidad del Estado, y se trata de aclarar cuál es el papel de la virtud cívica dentro de ese entramado teórico.
Tena, J. (2009). El papel de la virtud cívica en el liberalismo igualitarista. Isegoría, (41), pp. 163-180