Hacia 1900, las carnes vacunas argentinas habían alcanzado los parámetros de competitividad internacional y la calidad que las convirtió en una de las principales fuentes de generación de divisas para el país. Este proceso puso de manifiesto un incremento en la productividad sin precedentes hasta entonces, que salta a la vista con sólo comparar a qué edad la hacienda alcanzaba el máximo peso, así los Shorthorn, Hereford y Aberdeen Angus daban 600 kilos a los 4 años, en cambio, los criollos estaban entre 280 á 350 Kilos entre los 6 á 7 años. Este salto en la productividad fue adjudicado exclusivamente a la calidad y localización de las tierras pampeanas en los grandes meta relatos de las décadas de 1960 y 1970, sin tomar en cuenta que esos resultados excepcionales están indisolublemente ligados a la incorporación de una tecnología pecuaria de origen Británico, cuya adaptación estuvo a cargo de un sector de productores de punta en la provincia de Buenos Aires entre 1856 y 1900.
Sesto, C. (2003). El modelo de innovación tecnológica: el caso del refinamiento del vacuno en la provincia de Buenos Aires (1856-1900). Mundo Agrario, 4 (7), pp. 1-29.