La ciudadanía, como concepto, trata de los derechos y los deberes de los individuos (normalmente), y en un territorio político determinado (por ejemplo, un Estado). Bajo su vertiente participativa, la ciudadanía está normalmente asociada con la esfera pública, y puede suponer o no el cultivo y ejercicio de ciertas virtudes. El diseño específico de la arquitectura general del concepto de ciudadanía nos define lo que podríamos llamar «ciudadanías adjetivas» -por ejemplo, la ciudadanía liberal, la ciudadanía republicana o la ciudadanía cosmopolita-. Cada uno de estos tipos de ciudadanía interpreta la arquitectura de diferente manera. Así, la ciudadanía liberal tiende a centrarse más en los derechos que en los deberes, la ciudadanía republicana habla en el lenguaje del deber y la virtud, y la ciudadanía cosmopolita cuestiona los argumentos territoriales de los otros dos tipos de ciudadanía. Este artículo explora el modo en que la ciudadanía ecológica completa la arquitectura general de la ciudadanía, antes de perfilar la importancia de la ciudadanía ecológica para el objetivo de lograr el desarrollo sostenible.
Dobson, A. (2005). Ciudadanía ecológica. Isegoría, (32), pp. 47-62