En el presente trabajo sostenemos que la concepción de la intencionalidad en la teoría de la acción más ampliamente aceptada en la actualidad hace difícil una comprensión adecuada del papel de las emociones en la génesis e interpretación de la acción. La asimilación de las emociones a actitudes intencionales descuida lo que cabría llamar su contenido emocional y pasa por alto importantes diferencias entre su contenido intencional y el de las actitudes intencionales paradigmáticas, como creencias, deseos e intenciones. Sugerimos, sobre esta base, que las relaciones externas y causales deberían tener un lugar más destacado en la comprensión y explicación de las acciones humanas.
Moya, C. (2001). Sentimientos y teoría de la acción. Isegoría, (25), pp. 19-40