En este trabajo se plantea que la soberanía del consumidor descansa sobre un conjunto de confusiones conceptuales, de presupuestos empíricamente falsos y de afirmaciones normativamente dudosas. La sección 1 muestra cómo estas confusiones conceptuales enmascaran una ambigüedad fundamental en el principio de la soberanía del consumidor, entre la promoción del bienestar y la autonomía. Sostengo que los mejores argumentos a favor de la soberanía del consumidor favorecen la interpretación de la autonomía. La sección 2 muestra cómo la concepción individualista de la autonomía favorecida por los economistas no puede dar cuenta de los problemas de acción colectiva generados por la conformidad externa a las normas sociales. La sección 3 muestra cómo el intento de un economista por desarrollar una concepción de la autonomía adecuada a esta tarea nos lleva más allá del marco individualista de la economía neoclásica a una concepción colectiva de la autonomía. La sección 4 demuestra que el concepto de autonomía colectiva es coherente y que el proyecto institucional de los Estados democráticos puede ser considerado como un intento para lograrlo. La sección 5 plantea que cuando los individuos expresan preferencias autónomas diferentes en y para diferentes escenarios, el principio de la soberanía del consumidor es inherentemente ineficiente. La sección 6 sostiene que el principio dc soberanía del consumidor está en conflicto con la autonomía de los ciudadanos y, por lo tanto, no puede servir como una base coherente para guiar la política del Estado.
Anderson, E. (1998). Soberanía del consumidor vs. soberanía de los ciudadanos: algunos errores en la economía clásica del bienestar. Isegoría, (18), pp. 19-46