No hay filósofo moral que se precie que no haya tenido que habérselas con Kant. Y esto no sólo por representar éticamente el punto de vista específico del hombre moderno en la conciencia moral, sino por haber fundado sobre ella una ética autónoma, exenta de metafísica y teología, erigiendo, a la vez, a la razón práctica en la clave de la existencia humana. Pasar por Kant, atravesar a Kant, superarlo en unos casos, volver a él en otros, se ha vuelto así una tarea inexcusable de la reflexión moral contemporánea.
Cerezo, P. (1997). El giro kantiano en la Ética de J. L. Aranguren. Isegoría, (15), pp. 127-143