La autora del artículo vuelve sobre el debate abierto en tomo a las implicaciones de los conocidos trabajos de Carel Gilligan para la presunta universalidad y pertinencia del llamado «paradigma de KohIberg » del desarrollo moral. Considera que, desde el punto de vista de la teoría feminista, no deben interpretarse los trabajos empíricos de Gilligan en el sentido de la propuesta de una «ética femenina del cuidado» como alternativa a la orientación universalista de la ética normativa de la justicia Una teoría moral «adecuada para la forma de vida de las modernas sociedades complejas» requiere «alguna caracterización universalista de la idea de la imparcialidad y del punto de vista ético». Pero de esta caracterización no se deriva una delimitación del ámbito de lo ético como el ámbito de las cuestiones de justicia por oposición a las «cuestiones evaluativas de la vida buena» que serian consideradas meramente «personales». En opinión de S. Benhabib, Habermas y Kohlberg «confunden el punto de vista de una ética universalista con una definición estricta del ámbito moral», centrado en la justicia. La autora muestra, además. que bajo tal delimitación subyace un subtexto de género que privilegia la perspectiva del varón adulto, olvidando que todos hemos sido niños/as y las relaciones humanas de dependencia y cuidado son básicas en la adquisición de las competencias éticas de los individuos autónomos. Así pues, «en términos ontogenéticos ni la justicia ni el cuidado poseen primacía alguna», y ninguno de ambos debe solaparse con el espacio de pertinencia de la moral.
Benhabib, S. (1992). Una revisión del debate sobre las mujeres y la teoría moral. Isegoría, (6), pp. 37-63