En los ensayos de renovación teatral de los años veinte, varios dramaturgos intervinieron como actores. Los hermanos Baroja actuaron en la compañía ‘El Mirlo Blanco’: la participación de D. Pío fue entusiasta pero breve; de su hermano Ricardo se recuerda con mayor interés su labor de escenógrafo. Las numerosas actuaciones de Rivas Cherif fueron unánimemente valoradas por su coherencia con los presupuestos del nuevo teatro que tanto defendió. Eusebio de Gorbea fue el dramaturgo más reconocido en su labor de actor, si bien sus rasgos más destacados, tono, ademán, rudeza le sitúan cercano al naturalismo. La labor interpretativa de estos autores como componentes de un grupo, cuyo núcleo se mantiene en los sucesivos intentos renovadores, es también alabada por su disciplina, renuncia al lucimiento y supeditación al tratamiento escénico.