Las políticas atlánticas de Castilla y Portugal motivaron, a lo largo del siglo XV, el recrudecimiento de la rivalidad de ambos estados. El Infante D. Enrique fue clave en la consolidación del proyecto ultramarino luso, enfocado en una doble vertiente: el reconocimiento —con los consiguientes derechos de soberanía— de los archipiélagos atlánticos y el intento de circunnavegación africana —con creación de bases litorales y aprovechamiento comercial— buscando una ruta hacia la India. Juan II y los Reyes Católicos llegarían al punto más álgido de la disputa —ante el proyecto colombino y sus consecuencias—, rivalizando, con astucia y sagacidad, en los planos político, diplomático, geográfico y científico. Consecuencia de la razón de Estado y la pugna luso-castellana fueron la política de sigilo (con la consecuente manipulación de crónicas, datos y cartas náuticas), el espionaje en provecho propio y la preocupación por prevenir el ajeno, alterando noticias e informes para despistar a otras potencias.
Porro, J. (2003). Una antinomia protorrenacentista: secreto de estado y divulgación en los descubrimientos luso-castellanos. La cartografía (1418-1495). Anuario de Estudios Americanos, 60 (1), pp. 13-40.